Amanecer treinta y cinco
Mañana soleada y tu con tu sofoco;
buena disculpa para mimarte,
secar el sudor de tu rostro,
y decirte lo bella que amaneciste hoy...
Abriste esos ojazos esmeralda divinos,
los facultativos desde su adustez,
te elogiaron y los miraste con desdén,
si amor, que respeten a mi dama.
Que preciosa en verdad estas hoy,
bajé las barandas de seguridad
y me acerqué bien a ti,
te lancé tantas flores como lisonjas,
fijaste la vista,
te dije que te amaba cada día más,
que a pesar de tantas amarguras,
me hacía muy feliz tenerte conmigo,
me escuchaste atenta,
llegó entonces el momento cumbre,
te pregunté...
tu, me amas ?
Y sin pensarlo, con total decisión,
afirmaste con tu cabecita adormilada.
Waooo, te abracé fuerte,
como siempre lo hago
y sin poderlo evitar,
las lágrimas salieron a aplaudir nuestro momento.
Llegó Catica, uno de nuestros angelitos de blanco,
hora del baño, al ver mis ojos inundados,
pensó que habia noticias feas,
le dije que eran chispitas de felicidad,
porque tu me amas
y a pesar de todo este viacrucis,
aun tienes la ternura de hacermelo saber.
El baño estuvo refrescante,
te colocamos la bata de la vaquita,
te hice un rollito con el cabello,
te cambiaron la tradicional cinta,
que sostiene el tubo de la traqueostomía,
por una roja encarnada, nada tradicional,
asi somos nosotros, la revolución en marcha,
yo te hice un lazo con el sobrante,
en tu muñeca izquierda, el lazo del amor.
Quedaste tan hermosa...
que olvidé desayunar,
no quiero almorzar
y probablemente no cenaré,
cuando se tiene una primorosa chica,
moviendo sus labios intentando decir te amo,
uno no se puede mover, ni pestañear.
Gracias, Morita, por regalarme tanta felicidad,
por haber decidido quedarte a mi lado,
te juré que sanarías y sanarás.
Pacté con Dios,
que yo haría los poemas y el los milagros,
yo llevo muchos escritos y el ni un milagrito,
esta vez tendrá que cumplir.
Ron Alphonso
29 de enero 2021