Podría hoy en líneas rectas escribir
mi amargo, funesto e inevitable final,
oscuro, tenebroso y para siempre mío;
y con elegantes letras quizá expresar
entre mis falaces risas tal vez gemidos.
Pero imposible es vaciar mi vasta agonía
en estos renglones limitados y cortos.
Es miserable y terrible la infausta vida
expresada así, en viles caminos angostos.
Las peores tristezas cuando yo nacía
posáronse inamovibles ahí en mi rostro;
y desde entonces son eternamente frías
mis noches carentes de calurosos días,
y mi existencia repleta de infames monstruos.
Porque en un sepulcro feneceran conmigo
toditas mis penas al reposar inerte;
ahí el pétreo panteón será mi amigo,
me sentiré lúgubre, pero ya sin frío
recorriendo la ancha vereda de la muerte.