En todos lados,
nada más que gilipollas,
sosteniendo entre sus brazos,
la luz agotada del imperio.
Gente rara que se hace el harakiri
con pinzas de socarrar el pelo.
Robustos ejemplares de la madre patria,
haciendo apnea bajo las frías aguas
de un barreño.
Paellas y barriobajeros, nocturnos
de Chopin, entre las vías del tren.
Toreros con los huevos bien puestos,
pichas bravas por doquier.
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