El día está yermo,
se duerme, despierta
y empieza de nuevo
su espera gloriosa
de una trayectoria
que es verso y que es prosa.
El día que empieza
rodeado de nieve,
me toca los huesos,
me empuja, me hiere,
me trae esperanzas
de vidas más nuevas,
me lleva en el aire,
me hace que vuele
sobre las montañas,
los valles, las lomas,
los pinos cubiertos
con sus mantos blancos
y el peso del tiempo
que ya no me espera.
El día se acuesta
rezando un rosario
de espinas y rosas
con blancas palomas,
de espuma, de historia,
de vida tan seria
que la mariposa
volando en el aire
se siente gloriosa
si no la ve nadie.