Ayer me refugié en aquel sauce,
consciente platiqué todos mis miedos
y él con su corteza curativa,
analgésico disipó el dolor que llevo.
Por ello hoy escribo en carmesí,
de amor porque al desamor ya le escribí;
fue tan vasto y calmante aquel remedio,
que hoy veintitrés poemas son recuerdo.
Es tanta la belleza de la vida,
aunque hoy esto parezca una ironía
y que es vital no caer en apatía,
y encontrarle sentido al nuevo día.
Hoy confío en la vida y sus caminos,
el mar seguirá apreciando al cielo
y en aquel horizonte ya fundidos,
al amanecer renacerá un nuevo sueño.
Yo seré agua de suelo cristalino,
transparente que atraviese continentes;
reposaré en arena suave, blanca y fina
y al final aprehenderé lo más etéreo.