Sigues tenue bordado en la almohada
de los deseos del alma que aún sigo bañando.
Ya la noche se fue, y no se aparta la oscuridad
que al recuerdo me enlaza
ya todo paso, sigo sin fruto en las manos.
Se ha quedado mi vida en tu sombra,
se ha quedado mi voz sin el canto,
y heme aquí, aquí estoy...
cansada del mismo traje viejo de ayer,
de los mismos momentos en la memoria,
escudriñando el caos...
lamentando el desperdicio de mis talentos!...
Y otra vez y otra, se abre los ojos
y en mis pulmones entra para la memoria
el desatino de la infelicidad, de mis tercos pasos.
Conforman mi pequeño infierno,
briznas de intelecto y ganas de morirse lento
que brotan de los celos y amarguras
que se eternizan, sin tregua, ni misericordia,
perdurable por los siglos de los siglos...