En la cama te he encontrado,
mi pequeña cortesana,
en esta hora tan temprana.
El corsé bien apretado,
tus pechos de porcelana
rebosantes cual fontana.
Un rayo desdibujado,
filtrado por la persiana
de la cotilla ventana,
es el que te ha delatado.
Ay soberbia y soberana,
tan ardiente y tan lozana,
que me tiene trastornado.
Más tu lecho has reservado,
y has erigido la aduana
en esa piel de alazana,
de ébano fino y tostado,
en la bella filigrana,
que traza la curva insana,
de tu cuerpo apasionado.
Y quiero salvar el vado,
llevarte a la atarazana
de manera cotidiana.
Bajo el cielo despejado,
rendir la pasión mundana,
a la hermosa, a esa truhana
de la que me he enamorado.
Complacido y deleitado,
mi cuerpo llega al nirvana,
cuando de forma liviana,
se enaltece arrebatado
al sentirte tan cercana.
Y tu sales tan ufana
porque me tienes postrado.