El reencuentro toca a la puerta,
suena el timbre del recuerdo,
las puertas quedan abiertas,
en las veredas del tiempo.
Es el holograma de la historia,
que perdura en la conciencia,
con un toque de locura…
Es la nave que surca
en la memoria…!
y que ancla en cada puerto.
Es lo bello de un concierto
del oleaje de la playa,
que con la bruma reedita,
los sueños, los momentos,
donde desembocan los abrazos
y nadan libres los besos.
Son las vivencias un eco,
de la pubertad traviesa,
el suspiro de las aves
por las cándidas violetas.
Es la fraternidad divina,
es el lucero que viaja,
para disipar las sombras
de algún oscuro silencio.
Es la nostalgia que calla,
es la sonrisa que brilla,
es tener el alma encendida
es querer compartir…!
y llorar, alguna dura partida.
Son los retratos de un álbum,
que reviven con la lluvia,
y no se marchitan al sol.
Los nardos, siempre perfuman,
el rosal siempre florece,
cuando tañen las campanas.
En los bancos del recuerdo
en el encuentro de una plaza…!
la luna aclara el ocaso,
y hace sonar al viento
las cuerdas de una guitarra.
La noche es el telón de un teatro
donde recita el madrigal sin rubor…
pegadito a las ventanas,
del corazón, de una boca,
de un te quiero…!
son los novios, son las almas.
O simplemente es el amigo,
que con dulce voz de jilguero
musita, las anheladas serenatas.
El reencuentro es el sueño,
en la primavera del tiempo
donde el otoño florece,
y el olvido queda muerto.