Tierra mía, una joya siempre has sido, para los aventureros.
Esos que buscaban tus entrañas, para saciarse en tu cuerpo.
La lujuria de sus excesivas y envilecidas pasiones probaste.
Oculta de los prisioneros y bandoleros de la Europa estabas.
No sabías de mal y reposabas adormilada en tu abundancia.
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Nada era distinto, todo era igual y rutinario, en tu paraíso.
Quiso el destino que te presintieran y adivinaran tu valía
Llegaron a destruir tu belleza y a sembrarte de corrupción.
Tus hijos corriendo estaban, para librarse de los jinetes que,
con sus barcos cargados de armas y paludismo acá llegaban.
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La destrucción y la lujuria, desconocida hasta ahora, se hizo
de la sagrada inocencia en el vientre de tus vírgenes hembras.
Esclavitud y deshonor destruyeron el corazón y la hombría…
No hubo piedad en los sátrapas que extirparon de tu alma el
botín que excedía allí en tu suelo y plantaron preñez con dolor.
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Sometidas fuiste mujer y tierra y, para nada sirvió, tu negación.
El secreto del sincretismo con que se tiñó tu fe y tu sangre hizo
el milagro de este suelo y su dama, llena de ricas piedras y joyas,
insufló en su virtud el prodigio de parir hijos de rebeldía y valor.
No hubo retorno y, los unos y los otros, formaron un solo pueblo.
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Pero, la naturaleza exige su origen y raza y, su trascendencia vital.
Tierra arrasada fue la recompensa, para tan altruista bienvenida.
Nunca la esclavitud fue considerada en el trato y hubo malestar.
Los mercantes se repartían los tesoros que incluía a los nativos:
Señores caciques y princesas, despojados de su rango con fiereza.
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Solo la decisión férrea de uno de esos hijos, que pariste del invasor
tuvo educación y consciencia, para entender tu desgracia y dolencia.
Se hizo un alumno con sus maestros que les hablaron de ti y te amo.
Tanto te apreció y respetó que, por ti entregó su vida y en post de tu
liberación, cabalgó los mil caminos, y logró echar los tiranos de suelo.
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¡Venezuela adorada, por Bolívar y sus soldados, hoy tu pueblo anda
en desdicha, con tu espada se abre caminos, por la libertad anhelada!