Tayasal

Los niños sin zapatos

Los niños sin zapatos
van a la escuela,
se levantan antes que el sol
comen tortilla y un poco de frijol
besan las manos duras de su madre
y caminan de la mano
de sus compañeros y el viento.

Bajan la montaña
que huele a verde y a quema de rosa
saludando a los campesinos
también en camino a su labor.

Llegan a su escuela,
un solo edificio sin mayor brillo,
de techo de láminas con hoyos
y suelo de tierra,
con escritorios improvisados
de tablones y piedras
niñas y niños
de ocho a dieciocho,
sudados pero sonrientes
ignoran el hambre para
aprender a sumar y leer.

Los niños descalzos
sonríen
con el almuerzo de atol.
Cantan con sus pulmones pequeños
y con sus manitas tapan el sol.
En sus corazones laten promesas,
sueños y falta de certezas.
Y en mi corazón frío del invierno,
lato con ellos de lejos,
mis niños sin zapatos.