Revivo los días en que éramos felices
que juntos y alegres solíamos andar,
plenos y dichosos en grato trajinar
compinche de aventuras sin momentos grises.
Los paseos pintaban distintos matices
que nosotros siempre supimos valorar;
tiempos de un edén de un vibrante disfrutar
así como en el cuento en que comen perdices.
Y hoy perfora el recuerdo de aquellos instantes
colmados con hechizos de ufano pasar,
que acometen mi alma con ademán punzante.
Es tanto lo que duele y trato no pensar,
que tu has sido en mi vida savia penetrante
dejándome un rastro que no puedo olvidar.
Jorge Horacio Richino
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