Oh! Triste oquedad de mis entrañas
húmedos fríos de mis huesos
marchitas carnes miran mis ojos,
ojos de habitante zombi,
cuando la sangre llama al combate fiero
por los estudiantes del universo,
los que fueron niebla al extenderse septiembre
sobre chile en la alianza popular libertadora
(del pensamiento,) de los que se hicieron vacío
universitario antifascista londinense parisiense,
con el verano extinto y esbozando apenas
la noche de los lápices al comienzo del otoño argentino
fue la misma luna que vio después llorar a Tlatelolco
el mismo polvo que anduvo de un continente a otro
para cubrir respetuoso el duelo que se replica
por las tardes de Ayotzinapa
y en este lúgubre ambiente que guarda desteñida
la esperanza, esconde tiempos mejores,
en que el pueblo a una voz se alza con un rotundo
¡YA BASTA!