¡Oh, Señor!...
¡Cuanta soledad hay en mi alma!
¿Por qué tanta vaciedad
alrededor?
¡Hay un gran vacío en mi alma
desde que Martín
voló a la eternidad...
que nadie ni nada podrá llenar!
¡Cuanto te extraño!
Sólo tú conoces ese desierto
que circunda mi alma...
Siempre en mi mente
revolotean tus sabias palabras:
\"Quedarás sola, muy sola,
cuando yo haya partido
de este mundo,
pero siempre estaré a tu lado
acompañándote
en la separación de
nuestros cuerpos,
porque nuestras almas
seguirán unidas,
atadas con el hilo rojo del amor\"
¡Oh, mi Dios !...
¡Que tristeza tengo!
¡Permitid que su Espíritu
traspase las barreras
del infinito y penetre
en mis sueños...
en sutil diálogo onírico!
Nhylath
(SCH-221220/14.A.A.)