La muerte ha recogido mi esqueleto
entre los valles de la melancolía
donde me hundo día a día
cansado ya del mundo e incompleto.
Sangrar es mi placer discreto
en sus manos que huelen a melodía,
sólo ella sabe aliviar esta agonía
de sentirme triste desde que fui feto.
Tiene la forma de una dama hermosa
y por ella me siento enamorado,
en sus labios lleva una rosa.
Con ilusión le entrego mi vil pasado,
suave aliento, palabra milagrosa
que me hace cometer el último pecado.