Ya no me quedan fuerzas
planeo cual cometa a la deriva,
la cuerda de la fe se ha dehilado
y me pierdo entre rocas y pedrizas.
La galerna me arrastra por la vida
arrancando girones de mi alma
que se quedan perdidos en las cimas
de esa gran cordillera de esperanzas
que se ven, que se intuyen, que se acercan
pero nunca consigues alcanzarlas,
espejismos nevados que te empujan
a volar arrastrado por El Cierzo
que tan pronto te elevan hacia al zenit
como te arrastran desnudo por los hielos.
Debo tomar el timón de mi existencia
y dirigir mi cometa contra el viento
elevarme allende los picachos
y buscar mi camino, un mundo nuevo
más allá de los miedos y las fobias
más allá de las eras y los tiempos
donde enfrentarme a mi mismo y reencontrame
con el que un día fui, fuerte y despierto,
con el niño que un día se hizo un hombre
y que a veces intuyo en los espejos.