Mi más fiel y viejo amigo, me mantienes la noche en vela donde en ocasiones mi mente no hace más que divagar en quimeras pensando en lugares idílicos o en ojos grises que sólo podrían mirarme al conciliar el sueño, y en otras son tantas mis navegantes ideas que al amanecer terminan ahogándose en una laguna mental.
En la penumbra de mis pensamientos solo somos tú y yo, y ¿por qué no hablar de ti estando contigo? Nadie me ha visto tan real, ni me conoce mejor que tú, que sabes todo lo que recorre mi mente y que presencias las constantes luchas con mi subconsciente que me inquieta recordando resquemores y me atormenta con porvenires inciertos y pasados irremediables.
Mientras muchos se sienten incómodos contigo yo me resguardo como un niño en tus brazos, porque en muchos de mis momentos en vilo tú me has sostenido.
Y aunque no comprendas mi aflicciones ni tengas respuesta alguna a mis incesantes preguntas, nadie me escucha, ni me consuela mejor que tú.