Soy un ciervo entre tus fauces,
la presa más fácil de tu mirada y tú
apuñalas el corazón de mi futuro
es tu piel de espinas con oficio de río
me resbalo por tus aguas en la tarde cepia.
Somos un paisaje erosionado: escupes fuego
sangramos largo sueño que no imaginamos,
habitado de recuerdos transita el silencio
la luz rasga mi sombra sin poder instarme
a encontrarme en la cárcel de tus manos.
Lápidas legibles donde aparece mi nombre
son estas nuestras largas calles de deseo
mientras tu nombre viaja así ligero
entre mi cabeza y su nostalgia
ahogando mi garganta de te quieros
se traduce en el fantasma del viento
que zumba ávidamente entre los dos.