La larva un día soñó…
con ser la ninfa del barrio,
apenas abrió sus alas,
echó a volar sus encantos.
Su prolija piel canela,
sus caderas de arrebatos,
un sortilegio sus ojos
y par de guindas sus labios,
su dentadura de Diosa,
que sedujo a más de un mazo.
Esparció sus feromonas,
para atraer a su narco.
¡Quién a la ninfa corteja…!
quiere colmar de regalos,
ella cede ante el cortejo,
le vende su vida al Diablo.
¡Cómo brilla su vestido…!
metamorfosis de halagos,
el tiempo no discrimina,
clepsidra de los quebrantos.
Basta menos de un quinquenio,
en la pupa de los años,
otra ninfa se levanta,
va en conquista de tu macho.
Cuatro larvas que te cuelgan,
como en lóbulos tus aros…
amante la mariposa,
la otrora ninfa del barrio.
Bañó en dorado sus alas
y su corazón en barro.
Monarca, siempre sumisa,
ante su reflejo avaro,
quien perdió su propio vuelo,
la polilla en el opiáceo.
Quiso mantener sus rosas,
con los pétalos más caros.
Por el néctar de un capullo,
se terminó su empalago.
Tus larvas serán las ninfas,
en un continuo serrallo.
Las orugas de tu tropa,
las comandará el gusano.
El veneno de sus mieles,
tienen el tiempo contado,
cuando lo atrapen las redes,
mutante mano de raso.