El amor , de la piel, no se va
a veces se esconde
porque no tiene donde anidar.
A veces , hasta llora por su soledad,
pero está expectante para palpitar.
Vive en esa mirada que roza
en la inquietud que se desabrocha
en el empuje del deseo de acariciar
en su necesidad de ser alba festiva
y en poemas habitar.
El amor se pone atavíos frescos
de agua y desenfreno en la piel,
atavíos con sabor a soles
para caminar con nuevos sabores.
Y el despiadado tiempo pasará
sin que al amor en la piel, lo pueda tocar
porque el amor no muere, siempre está.
Poemas de Pepita Fernández
(Córdoba - Argentina)