Lee mis versos
a veces, a solas,
y... recuérdame;
que yo seré feliz
con tu recuerdo.
Lee mis versos
de tarde en tarde,
recuérdame...
como lo que fuí en tí:
el loco, el soñador,
el amor que no existió.
Y aunque no escuches mi voz,
encuentra mis palabras.
Y cuando una tardecita, sola,
estés tú meditando;
toma mis papeles
y encuentra a un buen amigo,
que yo estaré allí
para tu abrigo.
Jamás te sientas sola,
pues yo seré... el silencio,
... el árbol débil
... el botón de rosa
... la paloma tierna
... el cachorro hambriento
... el niño triste.
Yo seré la última lágrima
de otro amigo ingenuo,
yo seré, después de una guerra,
... el viento nuevo.
Recuérdame,
pues yo estaré en el último poro
de tu piel dormida,
en la última caricia
de una noche viva,
en el último beso
que esperaré por vida.
Lee mis versos
de tarde en tarde...
y recuérdame,
¡que yo seré feliz
con tu recuerdo!
x E.C.