Postrándome, solemne, de rodillas
resulto, ante tus pies, un fiel vasallo
y alzándote en mi reina, de soslayo,
indagas por mis ojos a hurtadillas.
En público me nombras caballero
jurando mi abolengo con tu espada
y tímida a la vez que recatada
controlas tus instintos con esmero.
El duro protocolo así cumplimos
y juntos sujetamos los orgullos
pensando en los eróticos murmullos
de todo lo que anoche nos dijimos.
Iguales nos besamos, aun distantes,
¡Un siervo y una reina siendo amantes!