Ya nadie tiene tiempo para
leer un poema,
mucho menos para entender un poema.
El camión de la basura hará sus ruidos,
se tragará
partes de vida
desechadas,
se irá pero el peso del mundo será el mismo,
solo está cambiando cosas de lugar.
Quince familias del vecindario
se levantarán mañana,
y caminarán con la luz de las farolas
en los talones, con algo de suspiro,
algo de infinita tristeza irreparable,
una lucha cansina que se arrastra
por los huecos microscópicos de la calzada,
fuerza de rozamiento de las almas trabajadoras.
Yo, por mi parte,
volveré a leer las mismas definiciones de siempre,
las mismas conversaciones de siempre,
que suceden siempre en el mismo orden y período,
siempre días siempre,
libros búho, poemas escudo, números cárcel.
Por eso la chica no es la chica,
es todo lo demás,
cualquier combinación de caracteres,
otras mentes mi mente,
la chica es este poema y los otros,
y el poema que estoy leyendo
que trato de entender.
La chica que escribió el poema a través de mí
por sus ojos noche; sus nervios duda
en mis nervios tumba.