Oscar Perdomo Marín
INCONGRUENCIA
No me canso de mirar lo ya mirado.
Mis ojos lentos y bobos pasean los estantes.
¡Ah, si los libros hablaran!
Me llenaría de sus mujeres y sus vicios.
¿Cuántos muertos saltarían
de las páginas de Shakespeare?
¿Qué de amor no revelado
en las Rimas de Bécquer?
¿Qué tristeza escondida,
tras los versos de Vallejo?
¿Cuáles motivaciones reales
llevaron a Alfonsina
a perderse en el mar?
Hay un paquete de jabón sobre la mesa
almanaque, papeles, repelente de mosquitos.
¡Toda la civilización en un grano de polvo!
No sé cuánto tiempo más
vendrá la vida a molestarme cuando estoy muerto.
Sigo respirando y me encabrono.
La tortuga araña la reja de la puerta.
Me vuelvo a mí mismo.
Soy lo que soy.
Grita la tortuga su impotencia,
le gusta mi cueva.
No entiendo porque la herrumbre viviente
de un quelonio aturde mis sentidos.
Soy una molestia que hiere mis deseos
¿Dónde carajo se fue la paz?
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