Suplicaban tus ojos mis caricias
transmitiendo su brillo y su deleite
revestidas el par de esas pupilas
de un aliño del todo efervescente.
Por fortuna gourmet de tu ambrosía
de inmediato mis brazos fui a tenderte
abrazando tus formas exquisitas
pretendiendo acunarte suavemente.
Proyectamos las mismas fantasías
lujuriosos besándonos las pieles
descubriendo sus muchas maravillas
semejantes a un culmen de placeres.
Las gozamos eternas e infinitas
en continuos y eróticos vaivenes,
en volandas viajando hacia unas vistas
con paisajes de íntimos laureles.
Desnudaron incluso a las sonrisas
los rubores que aún se nos mantienen
y curtiendo con ellos las heridas
nos quitamos las penas mutuamente.
Nos cedieron los vientos sus delicias
y las flores sus pétalos y mieles
envolviendo en nenúfares y brisas
los suspiros de dos felices seres.
Semejantes a estrellas que titilan
alumbramos un fuego incandescente
extasiados al dar la bienvenida
a ese cosmos de aquellos que se quieren.
Alcanzamos un súmmum de armonía
renacidos en uno solamente
consagrando el amor de nuestra vida
a buscarnos incluso hasta en la muerte.