A mano hemos quedado, sin nada que ofrecer
una palabra amable, un quizás; un por qué
con las manos vacías y el corazón enjuto
jugamos nuestras cartas apostando al futuro.
Y venció la distancia, los motivos ambiguos,
prioridades banales, compromisos esquivos
apareciendo el rostro carroñero del tedio
que devoro en asalto sentimientos y sueños.
No me quedan recuerdos, solo el frío cristal
que entre tú y yo traía aromas de un rosal
y la baja marea en la playa rendida
que juntos recorrimos cuando el sol se ponía.
Qué pena amado amigo, soltamos nuestras manos
rodamos con el viento cual hojas en verano,
se fue desvaneciendo aquella floración
que prometía cosecha, todo un tiempo mejor.
Hoy te pienso en las horas implacables, eternas
en el brillo invaluable de la joya perfecta,
alma libre, sencilla que a mi lado paso,
compartiendo quimeras, dulces versos de amor.