Érase un silencio que gritaba
Una lágrima que alegraba la tristeza
Una sonrisa que dolía entre dientes en lo hondo
Un hasta Luego que no dejaba de marcharse.
Una pausa que no paraba nunca
Un infinito tan fatuo como los luceros
Entre dos manos de piedra que aún tiemblan
Erase mi sombra luminosa y yerta.
Érase un futuro que dejó olvidado su mañana
Un pasado que ya no cuenta historias
érase un presente que nunca se acababa.
... y quién podría batallar en este cuento
En esta enredadera de girasoles blancos,
De gravedades psicodélicas y humo,que no atraen compañías, que no abrazan desencuentros
Ingravidez impúdica de tempestades que habitan los ombligos
De colores sordos
De sonidos blancos
Quién batallará entonces navegando estas frases de laberíntica lógica, como boca sin dientes
Como río sin fuentes, que te quieren decir mundos y nunca dicen lo que sientes
y están ahí esperando desesperanzadas.
Viendo cómo sobrevives o cómo naufragas.
Érase tal vez un hombre que versaba
Érase tal vez un verso solamente
érase también dentro del todo de tus ojos
la indiferencia que llena la nada.