Jinotega, yo le escribo hoy a tus paisajes
y a tus mañanas coloridas y brumosas;
¡a tus bellas hembras de etéreos linajes!
que mas que mujeres son cual místicas rosas
que adornan y engalanan tus frescos parajes.
Jinotencátl tienes la huella de mil inviernos
y los rastros de mil veranos soleados;
tu tierra bendita produce hombres eternos
varones bravíos por el tiempo forjados.
Una peña con cruz que perenne te mira,
en paz, sempiterna y totalmente sosiega;
un chirinagua que todavía respira:
¡aires! que inhaló el aborigen chorotega
en su caminar por tus tierras, Jinotega.