Está el país
como para socavones,
para largas distancias,
para obsesionadas fanáticas
de las maravillas de la patria.
Está el país para organizadores,
para nadadores del estrecho buceando
en patinete, para buscar el lado opuesto
de la ribera del Guadarrama.
Está el país para apuntalarlo,
o para darle la última estocada,
para ofrecer por él un brindis
de madrugada, o hacerle la rosca
como a un plato de porcelana.
Y está el país así, lleno de peces
que cazan en ríos caudalosos, vendidos
y vencidos al por menor, por el alzhéimer-.
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