Pobre niño,
Ya no siente el mismo cariño.
Una alma solitaria
Que de nada escapa.
El niño solía temerle a los fantasmas,
Solía esconderse bajo la manta.
Entre la sombra y la oscuridad
A un paso de empezar a temblar,
Pensaba que ellos lo iban a atacar.
Ahora, enfrenta la noche sin miedos
Ahora, las sábanas ya no le sirven de consuelo.
Los demonios de la noche,
Pasaron al olvido
Pero conviven juntos y juegan dormidos.
Va caminado hacia el vacío,
Se le mira perdido
Se le mira vacío.
¿Que será de su futuro?
¿Qué riesgos tendrá que tomar?
Para así su vida
Poder sobrellevar.
Aquel niño no le teme a la soledad
Sino a aquello que se da a olvidar.
Teme que su alma se marchite,
Como la flor,
Que fue arrancada de su preciado pensil
Para ser regalada como acto de devoción
A ese amor que no tuvo compasión.
Ese niño prefiere ser un diente de leon,
para poder volar lejos
Lejos hacia el sol
No como un tulipán,
Que en manos de alguien más,
Atado está.
No quiere ser tomado
No busca ser podado
Su alma es libre ahora,
Va con el sonido del viento
Permanece en todo lugar
Y en todo tiempo.
Justo donde el mar y el cielo se cruzan
Y donde las estrellas se juntan,
Ahí estará él, en su lugar favorito.
En caso de que lo quieras conocer.
En caso de que quieras invitarlo al té.
Por favor, ¡se dulce con él!