En busca de una reliquia
penetro en aquella estancia,
vestigio de amor añejo
olvidado en la distancia.
La habitación del dolor,
escena de discrepancia,
donde tanto nos quisimos
hoy carente de importancia.
Allí donde te amé al límite,
los besos en abundancia,
esquivando al centinela
y toda su vigilancia.
Ahora..., engreída y vana,
tratándome con jactancia...
¿Dónde quedó tu cariño,
dónde marchó tu elegancia?
Del amor creé una diosa,
solo viví en la ignorancia,
de las pasiones eternas
despojadas de sustancia.
Tanto ardor se marchitó
por alguna circunstancia,
sobre la cama en el cuarto
solo quedó una flor rancia.
Aún percibo su esencia,
se desprende su fragancia,
aroma de aquel desprecio,
perfume..., de su arrogancia.