Yo miro al horizonte, estela de una hoz,
con la sangre de Urano en pleno atardecer.
Yo asisto al milagro de la muerte de la luz
que en su canto de cisne se viste de clavel.
Preámbulo de sombras, aria crepuscular
del astro primigenio en su último fulgor.
Un órfico sentir comienzo a circundar
cuando el día fallece herido de esplendor.
El rapto de Perséfone se vuelve a repetir,
la oscuridad regresa a las venas del mar,
Escorpio en los cielos persigue a Orión.
Predicen las estrellas que ya debo partir,
tal vez en otra vida podré yo descifrar
el eléusico misterio del ocaso del amor.