Qué tierra iluminaron tus ojos,
cadáveres andantes, en litigio con el cuerpo,
con qué brillo asesino de palomas y cuervos,
con qué suavidad de flores marchitas?
Qué sombra aérea depositó lluvia
en tus brazos, amantes cíclopes,
qué tierra y qué arena, a puñados,
se ofrecieron a tus ojos, con un resplandor
de tumultos?
Qué incendio de bocas, de lenguas circulares,
de rocas y muslos, a lo largo de la bahía, resguardó
tu imperio de olas y alas, tras las fibrosas
palmeras?
Qué debacle de rosas, oleajes, marejadas,
qué ímpetu de golpes en la espalda, de soles
en la tarde, de declinantes fuerzas,
ignoró la despedida de tus labios?
Y qué estrellas? Y qué cuencos vacíos
y despoblados?..
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