Soy dado
al albur entrañable
de la imagen cegadora
al habla volcado
en la ingravidez
tras el velamen del corazón
que muda en corazonada
antes del olvido del cuerpo
como un bebé
peinado de alisios
interpretando las novedades del grito
o la mordedura iniciática
de la singularidad del espejo
nota coreográfica
del llanto diamantino
que fija la forma
en su orden de fuga