En el colegio,
en medio de los libros,
nos descubrimos.
En los columpios,
jugando en los recreos,
nos conocimos.
En los pupitres,
leyendo a Don Quijote,
nos sonreímos.
...Y aquellos ratos,
de sueños infantiles,
no los olvido.
Recuerdo un día,
rezando el fiel rosario
en la capilla.
Me dio un capón,
la madre superiora
y por mirarte.
Pero tú estabas,
ausente, con tus sueños,
en otra parte.
Y me dolió,
saberte en la distancia,
más que el castigo.
Pero así fue
la anécdota de un día
de aquella infancia.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/09/20
Hoy me acordé de una anécdota de la infancia y de algo real y que ocurrió en una tarde de mayo. Era el rosario y subíamos a la iglesia los chicos y chicas de los colegios para rezar en esas fechas. Allí ocurrió lo que cuentan los versos. Al parecer \"alguien\" estaba distrayendo o \"molestando\" a una chica, y \"al parecer\", el culpable era yo. Así que me gané una buena reprimenda por parte de la monja, a pesar de que yo siempre lo negué. Por cierto, recuerdo esta anécdota, pero no que fuera el culpable de la misma y tampoco quién era la chica. (Cosas de la edad, supongo)