Me dicen que nací con pluma en mano,
la pluma del sentir tan iracundo;
y cuentan que nací meditabundo
tratando de entender al ser humano.
Decían que mi rostro de troyano,
miraba con semblante muy profundo
la faz tan confundida d\'este mundo;
que arrastra su miseria cual gusano.
Y pienso: ¿Porque el hombre se convierte
en fiero destructor de su conciencia,
sembrando a cada paso llanto y muerte?
¡Y observo la ambición por la opulencia,
en tanto que mi sangre fuego vierte
mirando en el cobarde indiferencia!
Autor: Aníbal Rodríguez.