Sobre la Acrópolis desnuda
afloran los recuerdos...
y entre lágrimas dispares
se encela el mediodía,
mas en su lánguida belleza
se aturde la mañana...
en pálido brocado
herido por su hora,
porque es de oro
el labio enamorado...
hiriendo en su reproche,
el cáliz de su boca.