Me encanta ese color de la Gladiola
que es como atardecer enrojecido
y llegando el ocaso, la enarbola
con su magia y destello enardecido,
como sangre pintada con crayola
en un bello paisaje florecido,
donde cantan alegres ruiseñores,
donde cantan alegres los amores.
Me encanta ese color de la Gladiola
que brilla como un sol embravecido
que alumbra diminuta caracola
perdiéndose en un mar adormecido
que en calma pernoctando una fuerte ola
oculta de gaviotas su graznido
que vuelan al llegar bellos albores
radiantes con su luz y sus colores.
Me encanta la Gladiola con su aroma
penetrando agradable en el olfato
viajando con el viento cual paloma
que deja en la memoria su retrato
al verla planeando por la loma
haciendo con el viento garabato
danzando como el pájaro que sube
jugando con aquella blanca nube.
Y la Gladiola quiero seguir viendo
con todos sus destellos y colores
cuando vaya otra vez amaneciendo
en los jardines llenos con sus flores
anunciando que vamos resistiendo
y venciendo también nuestros dolores
descargando las cargas que cargamos
y luchando por sueños que soñamos.