Es que pasas de largo y me saltan los ojos
como ranas en un charco de aceite de estela.
Te sigo la espalda con la mirada
y no puedo evitar que dos cadáveres se abracen.
No sé si arrojarme
al abismo que tu sombra abre tras de ti
o arriesgar los ojos a que nos los veas.
Ensayo una mirada que sea lo contrario de un pájaro
porque a menudo olvido cerrar
los párpados cuando duermo
y es horrible tener que salir a buscar mis ojos huidos
bajo la lluvia,
a media noche,
entre tantos suicidas que no encuentran a quién matar.
Deseo que tú me mires primero,
que te acerques y digas: ¿De qué va tu libro?
o Tienes una caca de paloma en la gorra.
Que tus ojos corrijan la historia de los que jamás se vieron
porque no quiero levantarme de esta banca
con la certeza
de que no hay nada escrito en nuestras miradas.