Quizás alguna noche tranquila y refulgente
despierte tu memoria con brillo incandescente;
y puedas recordarte de aquel tu tierno amante
que te compuso versos, que fuiste su Afrodita,
que hiciera de tu imagen el templo donde habita
el loco y dulce idilio febril y delirante.
Acaso alguna tarde bordada de celajes,
mirando de las aves poéticos plumajes;
recuerdes ese bardo que apasionadamente;
con una rima suave, lograba que sintieras
la flama que se esparce con cálidas hogueras;
besando con deleite tu tersa y casta frente.
Quizá sea posible que al soñador impío
aquel que te arrullaba con gotas de rocío;
aquel que suspiraba mirando tu mirada;
lo guardes en tus sueños igual que relicario
que guarda los recuerdos de amor tan incendiario;
dejando con su fuego su esencia apasionada..
Podrías acordarte de días encendidos
que juntos recorrieron los campos ya floridos;
aquellas primaveras tejidas con la umbela
de lirios y de nardos; que tiernas mariposas
posaban sus alitas, tan bellas y sedosas,
que hacían del paisaje magnífica acuarela.
Entonces de repente, tu vas a emocionarte,
pensando en el poeta que supo conquistarte
con rosas y jazmines, que siempre te decían
con frases muy hermosas, tan llenas de ilusiones,
sus sueños, sus anhelos, sus tórridas pasiones;
que llenas de ternura del alma le nacían.
Y tu vergel de dalias, verás que resplandece,
al ver en tu pupila la luz que le florece,
con ese rayo eterno, que tiene dibujadas
las horas mas dichosas, de aquellas sus quimeras
tan llenas de esperanzas, y dichas placenteras
que quedan en el alma por siempre cinceladas.
Autor: Aníbal Rodríguez.