Mi mente consciente no entiende, no escucha, se niega a escuchar.
El corazón se adelanta y evita las pausas, el miedo al miedo es la razón por la que no se detiene.
Ayer pedí disculpas y no sé qué carajos dije, ya no hablo mucho con la gente porque creo que estoy muy demente; evito caer en profundidades porque mientras más profundo nades, más turbia se vuelve la razón.
Sentí como si tuviera algo adentro de mi, como si estuviera llena de muchísima agua, como si en cualquier momento me iba a comenzar a salir agua entre las uñas, por las fosas, orejas. Me vi a mi misma en mi habitación, de pie frente a la puerta que da hacia el pasillo, en una inundación que yo misma había provocado.
Hoy vi un ángel en vida, recogía las hojas caídas de un árbol, pensé mientras tenía aún el recuerdo de su imagen viva en mi mente, que vi varias partes de mi en varias rostros, como si alguna conexión más allá de nuestro entendimiento sobre la vida y la muerte tuviera algo que ver, y esos rostros que vi, que se parecían a mi, antes, yo, junto a ellos, habíamos sido uno.
Debo irme ya.