Nuestro idilio superfluo en la niebla
es ferrocarril del alba que despierta
taciturno en los raíles va despacio,
quiero subirme a él, pero no me deja.
Atropella baladas e instintos,
me los infiltra en el feto marsupial de la oreja,
Como cacofonías de alabastros.
Sesgan los círculos con los que me besas.
Nuestro sexo procrastinado.
Humea desde lejos cual chimenea
agrieta y conjura las perlas del hálito
Como rosarios fruncidos entre las cejas.
Se me escurren tus dedos de seda
por entre los andamios escatológicos .
Garabatos de almas se incineran
con los restos de mis trofeos psicológicos.
El pseudoamor me apela.
Como resplandor de primavera.
El idilio con tu esqueleto me consterna
Y al final de todo, nada de todo ello me altera.