Cuando desperté ya no estabas aquí...
Tanto tiempo hemos invertido a lo largo de nuestras vidas, en preservar nuestro amor...
Desde que te conocí, el “yo” ha sido sustituido por “nosotros”.
Tú eras mi cielo, ¿y yo? tu estrella, que brillaba solo en la oscuridad del negro de tus ojos, donde reflejaban destellos de tu dulce amor, en forma de complicidad.
Tú eras la otra mitad de mi ángel y también el culpable de avivar mis demonios, cada vez que me deseaba en una telepatía expandida, en nuestro particular universo donde Marte se rindió a Venus, en vestiduras de amor.
Después de interminables días en coma, en un lecho de hospital por consecuencia de un accidente automovilístico, por estar enviándome mensajes de amor mientras conducía, tú nos ha traído aquí, y cuanto lo siento...
Ya exhausta por pasar días sin conciliar el sueño, por estar a tu lado esperándote a que despiertes, con un regalo en mis labios de te quiero. Pensando en ti, adormecí, recordando nuestros momentos de amor y al despertar, ya no estabas aquí...
No sé si llorar, o ir contigo.
Suavemente siento que me estoy muriendo, por sentir el gran vacío que era rellenado de tu amor, en mí.