IVAN DE NERVAL

DOS LETRAS BASTAN

 

Dos letras bastan

para tejer la alegría

en mi pecho

como un heraldo

de oro en su sangre,

para acariciar la gloria

entre mis labios

con un aliento

de amor inviolable.

Dos letras bastan

para no temer

a los predios del silencio,

ni al hospicio oscuro de la muerte

donde habita el olvido

como un ángel triste sin memoria.

Dos letras bastan

para no decir jamás

que es imposible

sentir el mar en otra boca,

el cielo en otros ojos,

a Dios en otras manos.

Dos letras bastan

para suprimir

cualquier abismo,

para detener el tiempo

en una delicada

gota de rocío,

para impregnar de luz

los huecos negros

de mis lágrimas.

Dos letras bastan

para abrirle las puertas

de mi templo

al sol novicio de la aurora,

para llorar de paz en una calle

sediento de flores y caricias.

Dos letras que son

monosílabo inmortal,

vestales de de la fonética,

liturgia sagrada de mi voz,

adagio del paraíso,

boda de dos sonrisas

sobre un beso infinito.

Dos letras que se alzan de mi boca

como el crisol de un pájaro

que con alas de Mesías

sobrevuela los erales del tiempo

y las ciudades de mi vida

hasta, por fin, posarse

en el ser a quien designan

como la luz de un ángel

que anunciara el mayor de los milagros:

TU.