La noche está calma,
nada la perturba,
ni le hace cosquillas,
solo la penumbra
en la cantarina
voz de una guitarra
que pulsa una amiga.
Mañana domingo
me voy por el pueblo
cantando despacio
una canción triste
que me habla de viejas
quimeras dormidas
que nadie buscaba
en la peregrina
travesía larga
que va hacia Argentina.