En el cielo hay un collar,
de vistosa pedrería,
lo cedió la madre Ishtar,
en gesto de cortesía.
Refleja la luz solar
después de la lluvia fría,
y viene a colorear
una tarde muy sombría.
Ha empezado por mezclar,
un rubí con la ambrosía
de un topacio peculiar,
y así el ámbar obtendría.
Y ahora para lograr
la esmeralda en la porfía,
quiere al zafiro engarzar
con el sol del mediodía.
Las gemas de un larimar
son todas de fantasía,
como un reflejo de mar,
de amatistas en orgía.
No termina de llorar
la nubosa orfebrería,
y ya el sol quiere dorar
un arco de artesanía.
Y en el iris reflejar,
la belleza y la utopía,
de lo hermoso que es soñar
con la excelsa joyería.