Tiene dos grandes ventanas,
cuatro luces de cobalto.
En techo negro de asfalto,
se oye el croar de las ranas.
En el piso una quebrada,
dos paredes de concreto.
Tengo un armario secreto,
donde no me queda nada.
Mis mascotas son las ratas,
los enseres de cartón,
una “jerga” de colchón
y mi vajilla es de latas.
De afiches una docena,
en mi baño de latón.
No me salpica el jabón,
saco el mugre con la arena.
Entrando por la cocina,
desemboca el inodoro
y sentado sólo imploro,
una lata de sardina.
Debajo de la avenida,
dentro de una alcantarilla,
vive el pobre granujilla,
aferrándose a la vida.