En la copa de los árboles
flotan burbujas de silencio y en las ramas se esconde,
el rugoso nervio del viento, esperando el cortejo doliente
que acompañan los entierros.
No habrá procesiones, ni exequias, ni tierra cubriendo los recuerdos.
Pàjaros y caracoles, hojas secas e insectos habitan mi sufrimiento.
Nunca nadie supo-ni en la tierra ni en el cielo- donde enterraste aquel amor, abrazado a mi cuerpo.