La verdadera palabra, no es la que se dice ni la que se escribe, es la que se piensa. (Alejandro Díaz)
La honda o la resortera
arma letal de la niñez
para atacar a cualquiera
con sobrada rapidez.
Con una lengüeta de zapato,
un par de viejos resortes
y una horqueta de soporte
quedaba lista en el acto.
Piedras, canicas y balines
eran nuestros proyectiles
para cumplir con los fines
matando pájaros y reptiles.
Salíamos de cacería
armados con resorteras
cada uno las tenía
construida a su manera.
Cuando salíamos al monte
para afinar puntería
disparábamos entonces
a todo lo que se movía.
Cuanto daño al ambiente
causaba la muchachada
atacando la fauna silvestre
con tan certeras pedradas.
Devolver el tiempo quisiera
para ser menos cruel, tal vez,
y decirle con sensatez
adiós a las resorteras.