Apenas que su haz aflora
no se trata que aparece
porque ella siempre se ofrece
en cualquier comarca y hora…
Tanto en Beirut o en Zamora
le da reflejo a la vida
sin poder ser contenida
con algo que la confine,
o que sus rayos arruine
ni con el don de algún druida.
Se proyecta generosa
sobre cualquier territorio
con su resplandor notorio
y su fuerza poderosa…
Sin pretender otra cosa
que dar su brillo divino
al más pobre peregrino
o al más alto millonario,
sin cobrar ningún salario
en cualquier punto o camino.
A veces solo se esconde
a vista de cierta gente
mas está siempre presente
y a todos nos corresponde…
Un siervo igual que un vizconde
recibe esa luz gratuita,
en forma siempre infinita
entregando su potencia,
pues detenta la regencia
del paraje que visita.
Jorge Horacio Richino
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