Taciturno mirando el horizonte, cómo esperando un cambio en la línea del tiempo, sus ojos dejan brotar una lágrima que lentamente se escurre por su rostro, ¿Cuánto silencio?, ¿cuánto dolor? encerrados en aquella perla que cada vez se hacía más larga y prontamente se hicieron copiosas aquellas lágrimas y sin saber ¿por qué? ni ¿cómo? se levantó de esa silla ... Su prisión, y caminó sobre las tibias arenas sintiendo esa sensación de vida que hacía muchos años no sentia, fue recorriendo la senda hasta llegar sobre las olas ... Sí, las olas, aquellas olas que por tanto tiempo soño le harían libre, y poco a poco fue hundiéndose, allí donde tantas veces deseó morir.